El deporte ocupa hoy numerosas páginas de los periódicos, gran parte de los telediarios y horas y horas de televisión. Pero no siempre ha sido así. Cuando nació el deporte moderno, tal y como lo conocemos actualmente, no contaba con seguimientos tan minuciosos y la concepción misma del deporte escapaba de la mercantilización que éste ha experimentado a lo largo de todo el siglo XX.
El nacimiento del deporte europeo tuvo lugar en el siglo XIX, y fue propiciado por los que hoy son considerados sus padres: el escritor alemán F. L. Jhan, conocido como el padre de la gimnasia, el poeta sueco P.H. Ling, creador de la denominada gimnasia sueca, el teólogo e historiador británico T. Arnold y el español F. Amorós, militar que fundó un gimnasio moral en el parque de Grenelle de París. De verdadera importancia para el desarrollo del deporte fue el trabajo de Arnold, que introdujo cuantiosas reformas en la enseñanza británica. Fomentó en sus alumnos la afición por la práctica de juegos reglamentarios para incentivar en ellos el sentido de la responsabilidad y trató de transmitirles la máxima lealtad en cada una de sus acciones. Fue así como surgió el llamado fair play (juego limpio).
Ese espíritu deportivo poco a poco se fue extendiendo por todo el continente. Fueron las clases más pudientes las que en principio comenzaron a practicar los nuevos deportes que venían de Inglaterra: atletismo, rugby, tenis, fútbol, hockey, polo, golf, natación...
Así, encontramos hace 100 años un panorama deportivo caracterizado por un carácter recreativo. Se tomaba más como un hobby que como una competición, muy lejos del negocio en que se ha convertido en la actualidad.
Rápidamente las clases más modestas se unieron a la práctica deportiva para ir configurando el deporte de masas. El fútbol, el boxeo, el ciclismo, el tenis, el automovilismo... muchas fueron las disciplinas que comenzaron a llenar los primeros estadios deportivos. A su consolidación como fenómeno social contribuyó en gran medida la instauración, por parte de Pierre de Coubertin, de los Juegos Olímpicos.
Orígenes
Los primeros pasos del deporte en nuestro país
Al igual que en el resto del continente, el deporte en España era algo realmente minoritario, practicado únicamente por las clases privilegiadas como un entretenimiento. Aunque en nuestro país existían algunos deportes tradicionales, tales como los juegos de pelota, la caza, la barra, la jabalina, la natación, las carreras o la hípica, la práctica deportiva comenzó con la introducción de los deportes de equipo provenientes del resto de Europa, especialmente de Gran Bretaña.
Los deportes que surgieron con más fuerza fueron el fútbol, el ciclismo y el boxeo. Los primeros equipos balompédicos nacieron a finales del siglo XIX, y fueron el Huelva Recreation Club (compuesto por trabajadores ingleses de las minas de Riotinto) en 1889, el Athletic de Bilbao (1899), el Barcelona (1899) y el Real Madrid (1902). En los años 20 el ciclismo ganó gran popularidad con le creación de diversas pruebas como el campeonato de Castilla, la Vuelta a Santander, al País Vasco o la Volta a Cataluña. El resto de deportes (tenis, golf, automovilismo...) siguieron siendo para minorías.
Las primeras revistas deportivas
La aparición de diversas publicaciones posibilitó la expansión del deporte y su posterior “masificación”. Muy importante fue también la aplicación de la fotografía al periodismo, que acercó el deporte a los lectores y creó los primeros “héroes” deportivos, las primeras figuras que disfrutaron de gran fama y popularidad.
Tres revistas de información general, “Blanco y Negro” (nacida en 1891), “Nuevo Mundo” (1894) y “La Revista Moderna” (1897) fueron las primeras que se hicieron eco de las hazañas de nuestros deportistas. Por esas mismas fechas aparecieron las primeras revistas especializadas, como “El Ajedrez”, “Heraldo del sport”, “El Deporte Velocípedo”, “El Pelotari”, “La Caza” o “Los Deportes”. Todas ellas constituyen el origen del periodismo deportivo.
* Cersar Piernavieja para El Mundo .