"El deporte puede ser o bien una preparación para la guerra o, en cierta medida, un sustituto de ésta ;un adiestramiento de belicistas potenciales o de pacifistas en potencia; una influencia
educativa para la formación de militaristas o de hombres que estén dispuestos y que sean capaces deaplicar los principios del pacifismo en cada actividad de la vida". Huxley (1969), citado por Arnold
(1990, p. 21).
Tras la afirmación de Huxley que acabamos de exponer, nos situamos en el sistema educativo
español que expresa entre sus fines, la formación para la paz, la cooperación, y la solidaridad entre
los pueblos. En la intención de suscitar el debate entre el deporte para la guerra o deporte para la
paz, entre el deporte competitivo y el deporte educativo, entre el deporte extraescolar y el deporte
escolar, entre el deporte de espectador y el deporte de acción, se han seleccionado los tres objetivos
citados de la normativa oficial sobre educación, por entender que a través del deporte, de la índole
que sea, es factible educar y cómo, evidentemente, el deporte forma parte del currículum escolar,
como contenido específico y como medio de la educación, es importante hacer una amplia reflexión
acerca de sus valores.
De entre los tres objetivos señalados, parece que la cooperación está más relacionada con el
mundo del deporte, sobre todo en aquellos juegos competitivos en los que se participa por equipos y
se hace necesaria para su realización la unidad del conjunto y la colaboración entre sus integrantes.
Sin embargo, si pretendemos utilizar el deporte como medio educativo, hemos de considerar la importancia de la solidaridad, que requerirá del alumnado, no sólo, la cooperación con sus
compañeros o compañeras de equipo, sino también, el conocimiento de la realidad, emociones y
circunstancias externas de los componentes del conjunto al que se enfrenten. Este sistema dará
como resultado, la educación para la paz que, como eje transversal, se contempla en la actual Ley de
Educación y su desarrollo posterior.
Que existe violencia en el deporte es evidente, agresiones físicas y verbales se producen entre
los jugadores y jugadoras de todos los deportes y todas las edades, ocasionando, a veces, graves
lesiones físicas y/o emocionales, pero además los espectadores, seguidores o contrarios del equipo
correspondiente, padres y madres de alumnos o alumnas que están participando en alguna
competición, entrenadores y entrenadoras de los equipos, también observan comportamientos
violentos, dentro y fuera de los estadios y pabellones donde se desarrollan las competiciones. Y
existe también otro tipo de violencia que casi nunca trasciende y que es importante conocer a la
hora de realizar un planteamiento educativo alrededor del deporte, es el dopaje, sin duda el máximo
riesgo de la competición de alto rendimiento, que puede trascender a niveles inferiores del mundo
del deporte.
Por estos motivos hay que realizar un intenso trabajo al objeto de conseguir que la solidaridad
que, puede ser la clave para acabar con la violencia en el deporte, se desarrolle e inculque a alumnos
y alumnas, en la certeza de la importancia que tienen todas las personas, porque nos necesitamos
mutuamente y, en el caso de la competición deportiva, sería muy difícil culminarla si no tuviéramos
un equipo contrario con el que enfrentarnos. Así lo consideró la UNESCO en la Carta Internacional
de la Educación Física y el Deporte (1978), cuando expresó: "Se considera a la Educación Física y el
Deporte como elementos aptos para promover una más estable comunión de los pueblos...
solidaridad, fraternidad, mutua comprensión y pleno respeto a la integridad y dignidad del ser
humano", afirmación realizada partiendo de los valores fundamentales de la persona proclamados
en el Art. 1 de la Carta de Naciones Unidas (1945) y en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (1945), expresada, también, por la asamblea de la ONU en París.
El siglo XX ha sido el siglo del Deporte, definición aparecida por primera vez en el Express,
según palabras de François Mauriant con ocasión de los Juegos Olímpicos celebrados en Roma
(1960), pero hasta llegar a esa concepción y a estas fechas, el deporte ha debido pasar por muchas y
variadas etapas, en las que su carácter ha sido diferente en función de la idea socio-cultural de la
actividad física.
2. Evolución del concepto de deporte en relación con la educación.
En la prehistoria y en las civilizaciones prehelénicas, se realizaba actividad física sin ninguna
sistematización, dirigida a la supervivencia a través de la defensa, caza, pesca y el uso de útiles y
armas rudimentarias, que originarían con posterioridad algún tipo de deporte.
Ya en la Grecia clásica, el deporte, conservando las características de preparación militar que
la actividad física, llamada gimnasia en esa época, ha tenido desde siempre, se convierte en
educativo y recreativo. Los griegos siempre supieron diferenciar la gimnástica utilizada como
educación, de la agonística que concebía los ejercicios físicos con fines competitivos, tendencia que
se ha mantenido hasta hace pocos años y con la que coincide Antonelli (1963, p. 10), citado por
Cagigal (1966, p. 46), cuando dice: "Deporte es una actividad humana determinada por el
concurso de tres factores, todos ricos en valor psicológico: juego, movimiento, agonismo".
La inclusión de la actividad física en la educación se vislumbra desde que Platón apuntara que:
"lo más parecido a la agilidad mental, es la agilidad corporal y, precisamente, quienes estuvieron
llamados a solucionar grandes problemas de pensamientos, deberían practicar, al mismo tiempo, la
gimnasia, siempre ejercitando, conjuntamente, el cuerpo y el alma (dualismo), y nunca, el uno sin la
otra" (Garrido Troncoso, p. 1985). Tal fue la importancia que le dieron a la actividad física, que sus
escuelas se denominaron Gimnasios, donde a la vez que se instruían en las ciencias, la cultura, la
política y las relaciones sociales, se dedicaba un gran tiempo a dicha actividad. De ahí surgieron
conceptos como "un alma de oro y un cuerpo de hierro" o, "educación integral, física, intelectual y
moral".
Las olimpiadas y el atleta profesional que, representa la degeneración del antiguo concepto
griego del deporte, hacen que éste se convierta en un espectáculo, acabando la gran obra que habían
acometido de acercamiento del deporte a la educación, complementándose mutuamente, por lo que
no se equivocaba Agosti (1963, p. 3), al sugerir el cuidado exhaustivo que había que poner sobre el
mundo deportivo, cuando dijo: "es importante recordar todo esto, porque con el resurgimiento
actual de las modernas olimpiadas y el extraordinario valor espectacular que en nuestro tiempo ha
adquirido el deporte, se ha iniciado una degeneración exactamente paralela".
A lo largo de la Edad Media, el cristianismo se va extendiendo por todos los ámbitos de la
sociedad, la cultura y las formas de poder. Como consecuencia, se consolida la idea cristiana del
cuerpo en una radicalización del dualismo en el que se "enfrenta a las partes": la buena, la que hay
que salvar, la que transciende, que es el alma y, la mala, la que provoca el pecado, la que hay que
someter que es el cuerpo. Los ejercicios físicos se realizaban al margen de la escuela retornándose,
nuevamente, a las formas primitivas del deporte, como entrenamiento para la guerra y la caza,
practicados principalmente por la nobleza. No obstante, los pueblos centroeuropeos dan origen a los
deportes por equipos, lo que para Bloch, citado por Gillet (1971), hace que nadie dude sobre que
estas asociaciones de juego hayan contribuido a fijar las solidaridades provinciales. La caballería fue
la institución que favoreció el crecimiento del deporte, siendo el ideal accesible a toda persona capaz
de cumplir las proezas que exigía, independientemente de la clase social a la que perteneciera.
A pesar de ser una etapa poco prolífera en actividad física educativa, es en la Edad Media
donde aparecen los primeros juegos reglados, que serán los antecesores directos de lo que hoy
conocemos por deporte, por ejemplo el juego de pelota, citado en las Etimologías de san Isidoro de
Sevilla, escritas hacia el año 630, la escena de este juego aparecida en una miniatura de las Cantigas
de Alfonso X el Sabio (s-XIII), y la nueva mención que se hace de él en el código de las Partidas.
En el renacimiento, el resurgimiento de la cultura clásica y el renovado interés por practicar
Educación física (EF), que tanta importancia había adquirido en la antigüedad, hace que resurja el
concepto de dignidad y valor al cuerpo y a la vida, lo que originó que en las escuelas se diera gran
importancia a la materia y se incluyeran en los programas de actividades, ejercicios de equitación,
carrera, saltos, esgrima, juegos, etc...
A partir del siglo XVII, los grandes filósofos acercan la actividad física a la educación,
relacionándola con el concepto de cuerpo predominante, así, Montaigne, citado por Damseaux, y
Solana (1967, p. 63), expresaba en su obra Essais, su deseo de dar a los niños una educación fuerte y
viril, pues "no basta hacer enérgica el alma, es preciso endurecer los músculos", porque, "no es a un
alma, no es a un cuerpo que se adiestra, es a un hombre". Contra la disciplina de los colegios
propone aplicar un programa en el que "los mismos juegos y los ejercicios serán una buena parte del
estudio".
A partir del siglo XVIII, dos hechos trascendentes, pudieran plantearse como hitos en la
evolución de la EF, por primera vez los ejercicios físicos son considerados como estímulos o agentes
capaces de educar y, la puesta en práctica, en situaciones reales de aprendizaje, de las hipótesis y/o
teorías sobre los beneficios que reporta la actividad física en la educación, en este sentido,
Rousseau, J.J., incluye su idea de la educación en su obra Emilio (1762), cuando expresa: "¡Haced
que la infancia sea feliz!... Amad a la infancia; favoreced sus juegos, deleites y su amable instinto"
(Libro I, cap. XIV, p. 121).
Durante el siglo XIX y principios del XX, con los sistemas educativos en auge, surgen los
autores considerados iniciadores de lo que hoy conocemos como EF, produciéndose el nacimiento
de los más importantes métodos en la materia, que entenderemos como Escuelas, a partir de las que
surgirán los Sistemas y Movimientos Gimnásticos, de entre los que destacamos, en relación con el
deporte, el surgido en las Islas Británicas de la mano de Thomas Arnold, iniciador de las Escuelas
Nuevas en Inglaterra, quien reaccionando contra las normas excesivamente intelectualistas de la
enseñanza, que seguían manteniendo la dualidad entre el intelecto, como lo más importante y, el
cuerpo, de segunda categoría a la hora de la educación, introduce el deporte en la escuela,
estudiando la actitud deportiva ante la vida desde el punto de vista educativo que hará nacer un
movimiento pedagógico relacionado con el deporte, acompañado de conceptos como "fair play,
team o amateurismo", en definitiva, el deporte como escuela de vida.
A diferencia del resto de los creadores de las grandes escuelas gimnásticas, Arnold basa su
método en principios de recreación, juego, deporte y reglas de juego, fundamentándolo en la libertad
de sus alumnos y en el fin de competición que otorga a sus ejercicios, lo que dará lugar a la
aparición del autogobierno y la organización deportiva. Lo esencial de la obra Arnold fue hacer del
deporte "más que un juego, un estilo de vida, el de un caballero", pero además fue capaz de conjugar
la recreación, la educación y la competición en un mismo sistema que le proporcionó buenos
resultados y reconocimiento internacional.
En la misma línea, algunos años después, se manifestaba en España, Manuel Bartolomé Cossío
(1857-1935), representante de la Institución Libre de Enseñanza, cuya tarea en pro de la enseñanza
y de la educación del niño, así como, de la formación del maestro, son indiscutibles a pesar de estar
escasamente sistematizadas. Otorga al juego gran importancia dentro de la educación, especialmente
destacada en estas palabras: "La escuela no es, por tanto, como suele decirse, imagen de la vida, sino
todo lo contrario: es, por esencia y debe ser, lo mismo que el juego, un refugio contra las asperezas
del duro vivir y hasta un consuelo de sus iniquidades, la escuela es por naturaleza juego -ludus,
scholé-, puro juego del espíritu; sin libertad no existe; libertad de pensamiento para buscar, por
placer, desinteresadamente, la verdad: juego de la mente; libertad de sentir, para contemplar lo bello
y purificarse con su casto goce; juego amoroso; libertad de querer, para determinarse con alma
limpia al bien: juego voluntario", citado por Capitán Díaz (1994, p. 268).
A partir de Arnold se gestan y nacen en Inglaterra muchos de los deportes que hoy conocemos,
poniéndolos al servicio de la educación y de la formación del carácter, desarrollándose el deporte
reglamentado, cuyas normas dictadas por esta Escuela fueron tan acertadas que, con el tiempo se
asumieron de forma universal, aunque desde fechas recientes, el espectáculo violento y lamentable
que ofrecen los hinchas británicos en sus incursiones en los campos de deportes propios y extraños,
obligó a la comunidad internacional impedir o controlar su acceso a los estadios.
En Estados Unidos, la estrecha relación mantenida con Gran Bretaña, hizo que el impulso del
deporte llegara con fuerza, adueñándose de esta disciplina que coincidía con las exigencias de su
pedagogía, "la acción por la acción que gustaba a sus alumnos". Por su parte, los educadores
americanos han investigado alrededor del deporte educativo, creando series de pruebas, publicando
obras técnicas y películas, organizando el material, etc..., siempre con la intención de la detección
temprana de talentos deportivos y sin considerar el verdadero valor pedagógico que implícitamente
conlleva. Este hecho nos obliga a considerar que si se prestara mayor atención a las bases, a los
escolares, desde las administraciones públicas de los distintos países, quizá la violencia escolar a la
que, desafortunadamente, nos tienen acostumbrados los noticiarios americanos, remitiría en pro del
deporte escolar educativo.
Mientras tanto, los países del este, han mantenido, en teoría, la consigna "Practicad el deporte
para la salud, el trabajo y la defensa de la patria".
Ante esta evolución, es obvio, destacar las características que, relacionadas con los fines que se
defienden, han acompañado al deporte en su devenir por los siglos y los distintos países:
Conceptos de recreación, desde la perspectiva del juego reglado que es.
Aspectos de preparación militar que, afortunadamente, ha perdido, aunque la violencia que
se ha desatado a su alrededor, bien puede suscitar su carácter bélico.
Posibilidades educativas que, lejos de acercarlo a comportamientos violentos, deben
conducirlo hacia aspectos solidarios, cooperativos y pacíficos, objetivos con los que hemos
comenzado estas líneas.
3. El carácter educativo del deporte.
Cuando hablamos de deporte educativo, utilizamos varias denominaciones, las más usuales
son: juego, lucha, confrontación o deporte, sobre las que, como afirma Petrus (1997, pp. 513-528),
existen suficientes estudios que nos permiten delimitar estos campos, sin embargo, sería importante
precisar cuales son sus límites conceptuales para referirnos con exactitud científica al término
deporte educativo.
Que el deporte forma parte de la cultura, es algo tan evidente que no debería ocupar espacio
alguno en estas páginas, sin embargo, parece oportuno recordar que las políticas deportivas y
sociales, marcan en cada cultura, en función de como se definan, los espacios deportivos. Es por ello
que podemos afirmar siguiendo a Petrus (1997) que, la cultura deportiva no se da al margen de la
sociedad que la configura, sino que está conformada por la cultura de ésta. Pero la cultura, es un
esquema organizativo, un conjunto integrado de comportamientos, ideas y actitudes, por ello, la
cultura deportiva, es un conjunto de elementos éticos, legales, de intercambio, competitivos, etc...,
adquiridos a través de símbolos organizativos que, a modo de patterns, tienen como función prever
el comportamiento de la población que comparte esa cultura. Pero además, y esto a nivel educativo
es muy importante, la cultura deportiva conlleva aspectos de afirmación individual, concretamente
de elevación de la autoestima, como evidencian las palabras de Bergson, citado por Gillet (1971): "Lo
que más estimo de los deportes es la confianza en sí mismo que procuran al hombre que los cultiva".
En este sentido, Malinoski, Parson o Mills, citados por Petrus (1997), afirman que la cultura es
una forma de responder y satisfacer unas necesidades económicas, de control social, de educación,
de afirmación personal, de ocupación del tiempo libre, de organización política, etc..., a las que se
puede añadir otra función, posiblemente la más importante, la función de socialización de las
personas. La cultura es, por tanto, el concepto social más importante, por eso, hemos de convenir
que el deporte forma parte de ella, porque: "En el mundo actual no hay nada más joven ni más
potente que el deporte, y no hay nada más viejo ni más rico que la cultura. Tenemos una absoluta
necesidad de que uno y otra se penetren y se comprendan", Maheu (1965, pp. 73-89).
El deporte educativo que defendemos, tiene semejanzas con la lucha, la confrontación o el
juego, porque todos ellos son actividades lúdicas, están regladas, se pueden definir como ocio activo
competitivo y requieren actividad física, son además, actividades humanas educativas típicamente
sociales y, como tales, deben incluirse en los currículos educativos, o al menos así lo reconocen
autores como Diem (1996, pp. 118), cuando dice: "no hay educación sin deporte, no hay belleza sin
deporte; sólo el hombre educado físicamente es verdaderamente educado, sólo él es en efecto
hermoso, y lo hermoso es idéntico a lo bueno".
Este deporte, guarda profundamente, y no debe perder, su carácter lúdico, ese es el motivo de
su importancia en la educación, como dice Arnold (1991, p. 39): "la razón por la cual, se da mayor
importancia al deporte, de entre todas las actividades físicas, consiste en que, desprovisto de
finalidades propias, pero ligado a la idea de progresar, se presta perfectamente a la educación de los
jóvenes, dado que implica la confrontación, la competición y la colaboración. A través del deporte
surge un comportamiento y un estado de espíritu ejemplar, su alcance educativo puede ser
considerable". Esta es, de todas las aportaciones de los distintos autores recogidas, la que más se
aproxima al aspecto educativo del deporte que se defiende desde estas líneas, contiene ideas de
progreso y el carácter de competición y colaboración que ha de predominar conjuntamente en las
acciones deportivas.
Así lo reconoce López Ibor (1966, pp. 10-11), cuando habla de los juegos, aportando el carácter
humanístico que Cagigal trató de imprimir a la actividad física: "Los juegos son manifestaciones de
la vida y actividad de la fantasía. Los deportes son modos de expresar la fantasía motora"... "El
Deporte es Educación Física, pero la física de la que se habla es precisamente la naturaleza humana,
que es primariamente compleja: expansión del espíritu y del cuerpo, como dice Cagigal". Juego y
humanismo, dos conceptos relacionados que han de servir de referencia para un planteamiento
educativo del deporte, alejado del carácter belicista que la sociedad actual le está imprimiendo y que,
entre otras razones, le viene dado por el mercantilismo establecido en torno a él.
Nuestro alumnado universitario, futuro profesorado de EF y, mucho más importante, los
niños y niñas en edades escolares, influenciados por elementos publicitarios característicos de la
sociedad consumista, ven en el deporte la fama y los beneficios económicos que reporta a sus
practicantes, los comportamientos agresivos, en ocasiones, de los jugadores de elite, la falta de
disciplina a que nos tienen acostumbrados algunos deportistas que se pretenden de primera fila y/o
el acceso a capas sociales superiores que permite la práctica con éxito del deporte, en consonancia
con el concepto del antiguo atleta griego. Todo ello, desvirtúa el primitivo concepto de deporte y su
innato carácter educativo, por lo que el educador, ha de procurar establecer los principios básicos
sobre los que desarrollará su acción docente a través del deporte, aprovechando las características
que le son propicias y desechando comportamientos perjudiciales.
4. Definiciones y análisis del concepto Deporte.
Aunque muchos autores han definido y analizado el concepto deporte, quien recoge de manera
más completa su carácter recreativo y agonístico es, sin duda, Piernavieja del Pozo (1967, 13-15),
citado por Zagalaz y Cachón (1999, pp. 1253-1268) al realizar una recopilación de definiciones
alrededor de estos conceptos, expresadas por autores relacionados con el campo de la educación, en
general, y de la EF, en particular, de distintas épocas y de las que se puede extraer el verdadero
sentido del deporte entendido como educación, actividad lúdica y, en suma, actividad propia del ser
humano, por tanto socializante y socializadora. Dichas definiciones son:
Deporte es diversión liberal, espontánea, desinteresada, expansión del espíritu y del
cuerpo, generalmente en forma de lucha, por medio de ejercicios físicos, más o menos
sometidos a reglas (Cagigal).
Deporte es el culto voluntario y habitual del intensivo ejercicio muscular, apoyado en el
deseo de progreso y que puede llegar hasta el riesgo (Coubertín).
Deporte es diversión de origen incierto que pone a prueba, según reglas fijas, las
cualidades del cuerpo y del espíritu, con el fin de situar el valor físico de quien o quienes a
ella se entregan (Dauven).
Deporte es divertimiento, divagación, entretenimiento... con un fin agonístico, campeonil,
con la mira puesta en el record (Di Scala).
Deporte es un juego portador de valor y seriedad, practicado con entrega, sometido a reglas,
integrador y perfeccionador, ambicioso de los más altos resultados (Diem).
Deporte es ocio. Pero ¿qué especie de ocio representa?. El Deporte es expansión, no
reposo; exige de sus adeptos una aplicación fatigante, tanto desde el punto de vista
intelectual, como del muscular (Guillemain).
Deporte es actividad física intensa, sometida a reglas precisas y preparadas por un
entrenamiento metódico (Gillet).
Deporte es todo género de ejercicio o actividad física que tiene por objeto la realización de
una performance cuya ejecución se basa, esencialmente, en la idea de lucha contra un
elemento, una distancia, una duración, un obstáculo, una dificultad material, un peligro, un
animal, un adversario, y por extensión, uno mismo (Hèbert).
Deporte es una actividad de ocio cuya denominante es el esfuerzo físico, participante a la
vez del juego y del trabajo, practicada en forma competitiva, con reglas e instituciones
específicas y susceptibles de transformarse en actividad profesional (Magnane).
El deporte es educación, honor, ética, estética y tregua en el tecnicismo (Maheu).
Deporte es juego, es decir, actividad que no persigue utilidad alguna. Lucha: contra un
adversario inerte (tiempo, espacio) o animado; tiene un objetivo, la victoria. Actividad
física intensa (Seurín).
Deporte es una actividad libre y sin objeto, pero realizada sistemáticamente y según reglas
determinadas; una actividad de la totalidad del hombre, de movimiento corporal, ejercida
en competición y en colectividad, que primariamente sirve para la ejercitación y educación
del cuerpo, pero finalmente tiene también presente la formación de toda la personalidad
(Söll).
Tras esta exposición de ideas alrededor del concepto, podemos afirmar que el deporte implica
esfuerzo y se realiza para divertirse, pero además, está sujeto a unas reglas, de cuyo cumplimiento u
omisión se derivará el pasar o no la frontera de la paz hacia la guerra. Porque sí, según Oldenhove
(1992), "los jóvenes aprueban apasionadamente el deporte", deben aprender que los derechos de los
jugadores de un equipo, acaban donde empiezan los del equipo contrario, de manera que, si somos
capaces de inculcar a nuestro alumnado este concepto de respeto hacia las normas, adornado de
características de colaboración con sus compañeros y solidaridad con sus contrincantes, habremos
conseguido avanzar hacia los principios educativos del deporte que tanto preocupan a la sociedad
actual, pero para los que no articula ningún remedio práctico, porque el intentar excluirlo de los
currículos educativos sólo puede conducir a su desconocimiento o a la práctica en escuelas
municipales o clubes, donde su aprendizaje adolece, por lo general, del carácter educativo que le es
propio.
Asimismo, Blázquez (1995), citado por Gutiérrez Cardeñosa (1998, p. 211), establece una
diferenciación clara, con la que coincidimos, entre deporte recreativo, deporte competitivo y deporte
educativo, el primero es aquel que es practicado por placer y diversión, sin ninguna intención de
competir o superar un adversario, únicamente por disfrute y goce. El deporte competitivo sería el
practicado con la intención de vencer a un adversario o de superarse a uno mismo. Y por deporte
educativo entiende aquel cuya pretensión fundamental es colaborar al desarrollo armónico y
potenciar los valores del individuo. El problema se plantea cuando el deporte educativo, imbuido
por las corrientes sociales, pierde su carácter y toma del competitivo aquellos rasgos que no le son
propios, aunque no podemos olvidar que el ser humano es competitivo por naturaleza, y que ese
aspecto de su conducta es el que hay que educar. Porque, "no corremos por pensar que eso nos hace
bien, sino porque nos gusta correr y no podemos dejar de hacerlo... El hombre encuentra en el
deporte un "test" para la vida, prueba más eficaz que una partida de ajedrez y más excitante que la
jardinería", Bannister, R., citado por García Durand (1959).
Esta disyuntiva implica la puesta en acción de la capacidad del educador para llevar a la
práctica unos procedimientos que han de abocar en las actitudes que se pretenden en la educación
deportiva.
5. Conclusiones.
Como bien afirma Benítez Roca (1997, 85-100), la enseñanza del deporte y la formación
integral que se pretende con él, ha de basarse en el conocimiento de las relaciones existentes entre
las estructuras lógicas y los componentes intelectivos que subyacen en la configuración de las ideas y
los conceptos transmitidos por la enseñanza formal y no formal. La primera, la que se imparte en la
escuela, puede y debe contener, las características que le son conferidas por ley, el contexto y los
sujetos que intervienen en el proceso, la segunda, subyace en todos los medios de enseñanza no
formal (espectáculos, TV, vídeos, cine, etc..., así como en los comportamientos de otras personas
fuera del ambiente escolar -padres, entrenadores, amigos, etc...-). El influjo de la enseñanza formal
en la construcción del concepto, aún siendo menor que el no formal, viene determinado por la
metodología empleada por el profesorado, de manera que siente las bases para crear condiciones
favorables con las que llevar a cabo el proceso de enseñanza aprendizaje desde los principios de la
moderna psicología educativa.
Porque no podemos caer en actitudes nostálgicas y pensar que cualquier tiempo pasado fue
mejor, pensamos que lo mejor ha de ser lo que está por venir, el futuro que demanda de nuestros
escolares actividad física y ocupaciones para llenar el tiempo de ocio, cada vez mayor, de que
dispone la sociedad y del considerable aumento de la expectativa de vida de la población actual. Así
lo anunciaba Seurin (1979, p. 12), siendo Presidente de la Federación Internacional de EF y
Deportes en el Manifiesto sobre EF y Deportes, cuando dice: "Es un hecho universalmente
reconocido que entre las actividades físicas, el deporte debe ocupar un lugar importante. En su
concepción ideal que es juego, lucha intensa, afirmación y prueba de sí mismo a través del
obstáculo... o del adversario... hay, en efecto, eminentes valores educativos".
El deporte constituye un producto de elaboración social, dentro de la cultura en la que está
inmerso, su carácter histórico le ha condicionado a los intereses de las distintas clases sociales y
políticas, pero como las personas viven en esas sociedades, y en sus comportamientos innatos
aparece el afán por la lucha, el juego, la confrontación, la colaboración, etc..., habrá que buscar el
sistema que permita utilizarlo como elemento educativo, cuya potencialidad es evidente y,
dependerá, en gran proporción, de las características personales y docentes del profesorado, la
familia, el centro escolar y el sistema educativo legalmente establecido, siendo el profesor o la
profesora, los que han de liberar al deporte de las cohesiones a otros ámbitos, incompatibles con su
carácter educativo, desde la práctica crítica y reflexiva, que lo convierta en un instrumento para la
paz y, nunca un elemento violento o belicista.
* Zagalaz Sánchez, Mª Luisa & Romero Granados, Santiago
Universidad de Jaén y Universidad de Sevilla.
*Revista Electrónica
Interuniversitaria de
Formación del Profesorado.